El correntino se prepara para enfrentarse con Federer. "Espero que sea una buena experiencia. Voy a jugar contra mi
ídolo, lo quiero disfrutar" declaró el Yacaré.
Ardientes y desgastantes, las pulsaciones de la
ciudad no dan tregua. La temperatura, por ahora, no sofoca, pero igual
la calle es un infierno; en Manhattan y también en Queens. Ni siquiera
el ritmo disminuye en el último sábado del mes, en el que algunas
cuadras lucen coloridas y humeantes ferias de alimentos, ropa y
accesorios para celulares, como la de la avenida Lexington. Los clásicos
taxis amarillos, siempre apurados, son una furia. Lo importante es
saber controlar semejante agitación. Como lo hace Leonardo Mayer, la mejor raqueta argentina, que se quedó a solo un casillero de los 32 preclasificados del US Open
-mañana levantará el telón- y el sorteo destinó que en la 1» rueda se
enfrente con Roger Federer, el suizo que a los 34 años ilumina
rejuvenecido y sigue atemorizando, mucho más después de ganar en
Cincinnati.
En el elegante lobby del Waldorf Astoria, simbólico
hotel de Park Avenue en el que se alojaron desde John F. Kennedy y Frank
Sinatra a Tony Bennet y Paul McCartney, retumban las campanadas del
reloj que se luce en el corazón del lugar. Son las cuatro de la tarde. A
los pocos minutos, aparece en escena el correntino, acompañado por su
grupo de trabajo y por Milagros, su novia. Recién llega de Flushing
Meadows. "La ciudad me gusta para cuando vengo únicamente a jugar el
torneo. Después, de vacaciones solo pasaría unos días y nada más. Vivir
acá sería imposible, es un loquero. Las distancias son tremendas. Hay
veces que desde el club tardamos una hora al hotel y te cansa mucho. Si
me toca jugar a las 11 de la mañana tenemos que calcular bien para
salir, para que no nos agarre el embotellamiento", le comenta a La
Nacion el número 33 del tour.
Mayer está instalado en Nueva York desde hace una semana. El miércoles por la noche, Severin Luthi, entrenador y amigo de Federer,
se comunicó con Javier Fernández, uno de los entrenadores del Yacaré
junto con Leo Alonso, para proponerle un ensayo al día siguiente, bien
temprano, con el ganador de 17 Grand Slam. El argentino ya tenía
coordinado para el jueves por la tarde una práctica con el español
Rafael Nadal. Pero no todos los días a un profesional se le presentan
semejantes oportunidades y, entonces, aceptó ambos retos.
"El
entrenamiento con Roger estuvo muy bien. Era la primera vez que
entrenábamos juntos, entonces vinimos temprano con mi equipo, por las
dudas (sonríe). Peloteamos y jugamos mucho. Fueron dos horas en total.
Yo ya sabía que hace cosas muy buenas, pero te sorprende con algunos
golpes que saca de la galera. Ya lo vi tantas veces en la tele que sabés
que algo está por hacer. Fue muy amable. Estuvimos hablando un poco. Me
preguntó por Boca. También sobre cuántos partidos eran los del
campeonato argentino, porque se había enterado de que era largo. Y
después me preguntó sobre la Copa Davis, si jugábamos en Bélgica,
quiénes iban a jugar. Yo le conté el equipo y me dijo, "Bueno, bien'",
detalla Mayer, con la simpleza que lo distingue.
-Cuando te
toca un enfrentamiento así, como el del debut, ¿pensás
qué mala suerte tuviste o que serás afortunado porque lo que hagas
tendrá mucha más repercusión?
-La verdad que es la primera vez
que me toca algo así en un Grand Slam. Además, estaba convencido de que
me iba a cruzar con uno de los mejores. Después de quedar un lugar
afuera de los preclasificados a mi equipo le decía que me iba a tocar
Djokovic. 'Van a ver, van a ver', les decía. No fue Djokovic, pero fue
Federer. Es la clásica: te toca uno duro. Al principio me lo tomé medio
medio, dije 'Pu, que mala suerte'. Pero después me tranquilicé. Justo
había entrenado con él a la mañana, por primera vez había pisado el
Arthur Ashe y después me enteré cuando vi el cuadro en mi celular. Dije
de todo, hasta que me empecé a calmar y pensé que puede estar bueno,
porque con otro iba a jugar en la cancha 14 o 15, y con él en la
central. Espero que sea una buena experiencia. Voy a jugar contra mi
ídolo, lo quiero disfrutar.
-En Cincinnati, Federer,
literalmente, voló sobre el court. ¿Creés que en ese torneo las
condiciones eran más veloces y lo beneficiaron?
-En Cincinnati
la cancha era mucho más lenta pero con pelotas rápidas. Acá es al
revés, pelota lenta y cancha rápida, los piques patinan. A mí me gusta
más de esta forma, con estas pelotas más controlables.
-Después
de la serie de Copa Davis con Serbia, jugaste tres torneos en la gira
norteamericana en cemento y no te fue como esperabas, ganando dos
partidos y perdiendo tres. ¿Cómo te sentís jugando?
-Siento
que jugué bien la gira. Después de la Davis cuesta arrancar. Pero empecé
bien, gané una primera rueda en Washington y perdí con Nishikori.
Después tuve match point con Chardy en la 2» rueda de Canadá. Y en
Cincinnati me tocó Anderson, que siempre me cuesta. Y me vine acá una
semana antes, algo que nunca había hecho. La experiencia es buena, pero
vamos a ver cómo sigue en el US Open.
-Se dice que en los
torneos grandes los jugadores de elite como Federer pueden ser
vulnerables solo en los primeros partidos, porque a medida que avanzan,
no dudan. ¿Coincidís?
-Sí, a veces sí, porque van agarrando el
ritmo con los partidos, pero sabés que siempre que te tocan son muy
difíciles para jugar. Pero vamos a ver. Ojalá que Federer esté
vulnerable y le gane.
-Sería un buen desquite de Shanghai 2014, cuando no pudiste aprovechar ninguno de los cinco match points que tuviste contra él.
-Sí,
pero lo principal es que voy a jugar contra Federer y trataré de
disfrutar todo lo que pueda. Me voy a entregar al máximo, de eso no
tengas dudas.
Fuente.Sebastián Torok | canchallena.com
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