Nada de amistad tuvo el torneo triangular que se llevó a cabo ayer parcialmente en Boca Unidos, a raíz de los enfrentamientos que se produjeron entre las hinchadas de Mandiyú, el dueño de casa y la Policía, los cuales motivaron la suspensión del clásico capitalino.
Lo que tuvo que haber sido una fiesta, con la presencia de los tres equipos más representativos del fútbol capitalino, se transformó en un caos desde la previa, y terminó con decenas de heridos, producto del cruce con piedras, botellas y balas de goma.
Para evitar lo que terminó sucediendo, se había dispuesto que las hinchadas tuvieran accesos distintos.
Sin embargo, el masivo público que convocó el torneo desbordó la prevención policial. Hinchas de Mandiyú fueron en busca de los simpatizantes de Boca Unidos, convirtiéndose la calle Trento en un campo de batalla.
Por varios minutos, se cruzaron cientos de barras de las dos hinchadas ante un pequeño grupo de policías, que lejos estuvieron de dispersar a la multitud, a pesar de que intentaron hacerlo con disparos de balas de goma.
Después de que se cansaron de tirarse con lo que tenían a mano, hubo una pequeña calma. Hinchas de Mandiyú accedieron a la tribuna Este y esperaron por su equipo. No obstante, otro grupo no pudo entrar y causó destrozos en las instalaciones.
En solidaridad con los heridos y otros hinchas que no pudieron entrar, barras de Mandiyú apretaron a jugadores y dirigentes para que el partido no se juegue, lo que fue comunicado a sus pares de Boca Unidos y árbitros, suspendiéndose el clásico.
El saldo de los incidentes tuvo varios heridos que fueron atendidos en el Caps 9 del barrio 17 de Agosto, mientras que en el Hospital Escuela se verificó la entrada de una persona con traumatismo ocular grave, y otro de cráneo leve.
El operativo de seguridad, si es que existió, falló desde el comienzo hasta el final. Quedó la sensación de que la Policía “sobró” el torneo, cuando por antecedentes de los últimos años, cualquiera sabe lo que puede suceder en un partido donde se deben cruzar Boca Unidos y Mandiyú, sea por los puntos o un amistoso.
Otra vez, la violencia le ganó al fútbol.
Lo que tuvo que haber sido una fiesta, con la presencia de los tres equipos más representativos del fútbol capitalino, se transformó en un caos desde la previa, y terminó con decenas de heridos, producto del cruce con piedras, botellas y balas de goma.
Para evitar lo que terminó sucediendo, se había dispuesto que las hinchadas tuvieran accesos distintos.
Sin embargo, el masivo público que convocó el torneo desbordó la prevención policial. Hinchas de Mandiyú fueron en busca de los simpatizantes de Boca Unidos, convirtiéndose la calle Trento en un campo de batalla.
Por varios minutos, se cruzaron cientos de barras de las dos hinchadas ante un pequeño grupo de policías, que lejos estuvieron de dispersar a la multitud, a pesar de que intentaron hacerlo con disparos de balas de goma.
Después de que se cansaron de tirarse con lo que tenían a mano, hubo una pequeña calma. Hinchas de Mandiyú accedieron a la tribuna Este y esperaron por su equipo. No obstante, otro grupo no pudo entrar y causó destrozos en las instalaciones.
En solidaridad con los heridos y otros hinchas que no pudieron entrar, barras de Mandiyú apretaron a jugadores y dirigentes para que el partido no se juegue, lo que fue comunicado a sus pares de Boca Unidos y árbitros, suspendiéndose el clásico.
El saldo de los incidentes tuvo varios heridos que fueron atendidos en el Caps 9 del barrio 17 de Agosto, mientras que en el Hospital Escuela se verificó la entrada de una persona con traumatismo ocular grave, y otro de cráneo leve.
El operativo de seguridad, si es que existió, falló desde el comienzo hasta el final. Quedó la sensación de que la Policía “sobró” el torneo, cuando por antecedentes de los últimos años, cualquiera sabe lo que puede suceder en un partido donde se deben cruzar Boca Unidos y Mandiyú, sea por los puntos o un amistoso.
Otra vez, la violencia le ganó al fútbol.
FUENTE DIARIO EL LITORAL
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