San
Martín superó a Instituto por 83-74 este sábado y con la victoria se
consagró campeón del Súper 20, sumando su primer título en la primera
categoría de nuestro básquet. A la hora de analizar las virtudes del
equipo de Sebastián González, hay mucho material para mencionar,
potenciado por un muy buen entrenador y uno de los mejores planteles de
la competencia, en términos de jerarquía. Pero ¿cómo terminaron
encajando todas sus piezas para conseguir el objetivo máximo de este
inicio de temporada? Lo repasamos.
La defensa.
No hay dudas que es en la defensa donde nace el éxito de este San
Martín. Durante los ocho partidos de fase regular, los correntinos
fueron la segunda defensa más eficaz del torneo, solo superado por San
Lorenzo. SIn embargo, su rendimiento en los juegos decisivos fue todavía
más destacado: en los cuartos de final dejaron a Salta en un promedio
de 71,5 puntos; en la semifinal dejaron en 83 a un Gimnasia que traía
una media de 85 por partido, mientras que lo de la final habla por si
solo, permitiendo apenas 74 tantos a un Instituto que superaba los 90 de
media.
¿Cuáles
son las grandes virtudes defensivas del equipo? Más allá de los muy
buenos marcadores individuales que poseen (Faggiano, García, Lescano,
Aguerre), se destacan en dos facetas claves: son el equipo que más
pérdidas le genera al rival y también aparecen entre los mejores a la
hora de asegurar el rebote en el aro propio. Como si esto fuera poco,
aparecen segundos a la hora de marcar el triple: permiten apenas un 31% a
sus rivales desde esa área.
El juego interior.
Ofensivamente son muchas las virtudes para mencionar en San Martín,
pero seguramente ninguna más valiosa que su producción en el juego
interior. Los correntinos son el equipo que más dobles convierte por
partido (23) y además lo hacen con buenos porcentajes (54%). Con dos
pilares como Wood y Keenan, el campeón se fortaleció cerca del aro,
dominó rebotes y generó espacios para liberar a sus muy buenos
tiradores. Ah, y a pesar de ser dos extranjeros con buen cartel en la
Liga, ninguno de los dos estadounidenses tuvo problemas a la hora de
adaptarse a un rol más reducido que en otras campañas.
El tiro externo. San
Martín es un equipo sumamente balanceado en ataque y mientras
mencionamos su juego interno, no podemos dejar de destacar su ofensiva
perimetral. Si bien aparecen en mitad de tabla (10°) en cuanto a triples
convertidos (8,4 por partido), lo hacen con excelentes porcentajes de
acierto: un 40%, válido para ser la segunda mejor marca de la
competición (Instituto terminó primero). Con tiradores del calibre de
Treise, Aguerre y Mainoldi, más un Faggiano muy mejorado en ese aspecto
(lanzó un infernal 59% en triples en 13 partidos jugados), los números
globales tienen fácil explicación.
Cuidado del balón.
Así como San Martín fue el conjunto que más pérdidas le generó al rival
(15,2), también fue el segundo que menos entregó el balón: lo hizo en
solo 11,1 ocasiones por juego. Este diferencial de cuatro balones extra a
su favor, para un plantel con tanta jerarquía, terminó siendo
determinante. Los correntinos toman algunos riesgos en ataque y no dejan
de lastimar en transición cuando tienen la chance, pero nunca se
apresuraron y siempre tuvieron un cuidado muy especial con el tema
pérdidas.
Rodaje.
Más allá de los números, está claro que una de las grandes virtudes de
este San Martín pasa por el rodaje de su plantel, repitiendo todo el
equipo y cuerpo técnico del año pasado, con la excepción de dos
incorporaciones (Treise y Keenan). No solo tienen la ventaja del
conocimiento de sus piezas, sino que también la experiencia de haber
estado antes en estas situaciones y sobre todo, sed de revancha como
grupo, tras algunas frustraciones en los últimos años. Finalmente, se
sacaron esa espina de la mejor manera posible.
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